lunes, 21 de julio de 2008

REUNIÓN DE GUANACOS

Nada como abrazar a los amigos. Nada como sentir que estás en el lugar adecuado y en el tiempo preciso. Nada como tener la certeza de que el pasado fue fructífero y cabe alimentar el gozo del futuro.
Visité la corte y encontré a la reina más guapa que nunca, liviana como una pluma, feliz y atenta. Por algo fue nombrada reina de “La Patagonia y de las Tierras de Fuego y orillas del Río de la Plata”, por algo y por eso, hasta los republicanos refugiados en nuestra expedición respetaron su mandato, aunque bien es verdad, que en más de una ocasión debí desenvainar mi espada para poner orden, pero siempre sin rencor, pues fue suficiente mi gesto y la sonrisa de mi reina para reconvertir esas mentes ingenuas. Y así fue como llegamos al Encinar donde Pepe y Lina nos aguardaban para compartir una cena exquisita regada con cava “ de la Tercera República”. Ni la reina ni yo hicimos ascos, estaba cojonudo y no nos importó irrigarnos con semejante virus. Y llegamos porque la pericia de Oscar se encuentra por encima del caos vial de una ciudad como Madrid, con tantos caminos, que llegar a los sitios es casi un milagro.
Que la noche se hizo corta es una evidencia, qué reímos y hablamos sin parar y que fuimos felices también, y eso no tiene precio.Pero claro, al día siguiente había que trabajar. Bueno, algunos, Oscar y yo hemos trabajado mucho durante el año y ya estamos de vacaciones, otras como RosaF acaba de llegar y la pobre Yolanda se nos fue apagando en el viaje de regreso mientras mirábamos de reojo la T4 por si algún avión nos pedía embarcar. En fin que compartimos alegrías como esa campaña publicitaria que Pepe y Lina van a desarrollar sobre el diálogo familiar, el nieto que aguardan o el próximo viaje a Namibia de Oscar y Yolanda.
Hay muchos lugares donde ir, muchos donde volver, Alcalá es uno de ellos, tengo casa y un trocito de corazón aguardando sobre los peldaños de la escalera de caracol. Por cierto, la película deliciosa.
PD: que nadie olvide que está pendiente un arrocito en Castellón. Cobarde quien no venga.