lunes, 21 de septiembre de 2009

EL SUEÑO DE LADAKH

Llegué hasta el mar. Cuánto tiempo sin mar,
y mi ansia de agua lo cubría todo,
y estaba tan en paz, tan dulce, tan tranquilo
que hasta me dieron ganas de pasear por él,
seguro estaba de poder,al margen de la física,
cruzar hasta la orilla donde todo va en cuesta,
ese lugar que tengo metido en la cabeza
y alguna noche me salpica en los sueños.
Los ecos de Ladakh son con su ritmo constante
un canal paralelo de latidos, son
los ritmos de aquel monje perdido en Tso Moriri
queriendo llenar su Gompa con su canto de trance
para un puñado de turistas al atardecer,
el solo se valía por todos los monjes que no estaban.
Me llega el viento que recorre los pasos, ese
pequeño espacio llano entre los picos,
siento que mueve mis banderas de oración
y que en todas las Gompas visitadas
alguien mueve las ruedas por mi,
y una paz vacía me impulsa a pronunciar Jule,
la palabra más bella que aprendí
en el país de los altos pasos,
de montañas desnudas
a veces abiertas por el Indo
a veces abiertas por el Zanscar
a veces abiertas por el Nubra
a veces abiertas por el Shyok
a veces cubiertas delicadamente por la nieve.
Hay tiempos que anidan en el corazón
y resisten su paso al mundo del recuerdo,
son frescos, indomables, faltones, porque se saben únicos
tanto como la tierra que los trajo ,
donde sólo los fuertes sobreviven
a una noche de muchos meses y mucho frío
para volver, con los primeros rayos
a cubrir de luz y de verde los valles.
A veces la vida se abre paso por lugares
tan inhóspitos e increíbles que todo lo vivido
posiblemente haya sido un sueño.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Luis, ¡qué gran persona eres! y ¡cómo escribes! Un fuerte abrazo
de tu amigo que te quiere Lehpe

Anónimo dijo...

lehjía, quejido ladahki