viernes, 23 de noviembre de 2007

UN MAPA EN EL PASILLO

Todos sabemos que un pasillo en una casa es un espacio perdido., es por ello que Eva cubrió una de las paredes con un gran mapa del mundo y convirtió aquel lugar en su balcón de los sueños. A la derecha del mapa colocó estratégicamente una caja de chinchetas de colores. Aquella tarde, cuando terminó, quedó como fascinada por el universo de rayas, nombres, colores. Desde niña había sentido una atracción singular por los mapas y las bolas del mundo, un mundo que giraba a su antojo para frenarlo con el dedo apretando en un punto, entonces se preguntaba como seria la gente de aquel lugar, ¿tendrían los niños mapas y jugarían como ella? En una ocasión pregunto a la maestra si las personas que vivían en la otra parte andaban boca abajo y la maestra le contestó pero que cosas se te ocurren, con lo cual Eva siguió sin saber cómo era posible que hubiera gente viviendo en la parte de abajo de la bola. Así que como no obtenía respuestas y ella acumulaba cientos de preguntas, un mundo de gentes inverosímiles y de nombres impronunciables comenzó a cobrar vida propia en su habitación, pintaba pequeños muñequitos a los que ponía nombres como duermelunas, lluevefresas , piedrasdulces y después los pegaba sobre el mapa. No hizo falta explicarle nada acerca del racismo, en su mapa todo cabía, todo era posible. Los risasamarillas constituían un pueblo multicolor, plurilingüe y festejaban la vida cada mañana en perfecta armonía. Sería injusto decir que los años hicieron de Eva una descreída, ahora disponía de casi todas las respuestas que entonces de una u otra forma le negaban, pero su mundo seguía vigente, a veces se encerraba y rescataba de sus recuerdos aquellas maravillosas tardes en las que inventaba un nuevo país, entonces pronunciaba en voz alta sus nombres y sus oídos la conducían a la sonoridad cálida de los sueños. Ahora entendía que la creatividad la salvaba de tanto país pronunciable. Que la ley de gravitación universal había sido su gran descubrimiento aunque para ello debieran pasar bastantes años y que ojala tantas preguntas hubieran sido tan fáciles de responder. Algunas seguían ahí a pesar de los años, alimentándose, creciendo con ella y más que ella, como ¿Por qué había tantas líneas? ¿Tantas fronteras? ¿Por qué se querían dibujar más líneas y más fronteras? ¿Por qué resultaba ahora tan difícil mirar el mundo con aquella ternura? Una mosca digna del invierno que comenzaba, la sacó del ensimismamiento. Acababa de posarse justo sobre la isla de Sicilia, que casualidad, uno de mis lugares preferidos, pensó Eva.
Sentada en el pasillo contemplaba el mapa, sin cristal ni marco, tan solo unos trozos de celo lo sujetaban a la pared y como entonces había creado un código , todo residía en las chinchetas de colores. Continuará……

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