martes, 29 de abril de 2008

EL VENTISQUERO COLGANTE

Unos ruidos de platos y olor a café me despertaron alrededor de las siete de la mañana. Sin querer me había quedado dormido la noche anterior en el sofá de la sala. Cuando me incorporé además de una sonrisa amable descubrí una mesa repleta de tostadas, dulces, cereales, embutidos. No me demoré demasiado, subí las escaleras a todo meter y después de lavarme y recoger la bolsa bajé a desayunar. Sólo una cosa, jamás había probado el pan de centeno y menos recién hecho, tan delicioso, todavía lo siento crujir en mi boca.
Fuera en la calle hacía fresco y sobre las montañas que rodean el lago se extendía una fina niebla pero el sol, que siempre se encuentra a la busca de resquicios, convertía las aguas del lago en un espejo. La quietud era total y nos fuimos con el sentimiento de haber estado muy poco tiempo en aquel lugar tan idílico. Como ocurre en toda la vertiente chilena el paisaje es frondoso, verde en algunos tramos hasta selváticos. Los frentes del pacífico quedan detenidos en los Andes y las aguas caen de esta parte, dejando la estepa del lado argentino. La carretera austral estaba en obras lo que hacía que algunos tramos resultaran algo más dificultosos. Íbamos camino de Coyhaique pero estaba previsto que a unos 30 km visitaríamos el Ventisquero enclavado en el Parque Nacional Queulat.

Es uno de los trekkings más deliciosos, unas 3 h . Después de cruzar el puente colgante sobre el río proveniente del glaciar, se asciende por un bosque siempre verde, en el que conviven especies como el coigüe, la tepa, el tepú, diversos arbustos de hermosas flores y hojas enormes. Tanta vegetación y humedad da la sensación de estar atravesando una selva tropical. Durante todo el recorrido las conversaciones son continuas pues no requiere de grandes esfuerzos salvo el último tramo.

Pepe y yo llegamos en solitario, esto nos permite disfrutar durante unos minutos de la soledad y la imagen tan grandiosa del glaciar. Nos recibe con un tremendo estruendo y bloques enormes de hielo se precipitan al vacío.Es como un grito desesperado,un dolor desprendido por las entrañas del glciar. Tuvimos la suerte mientras estuvimos allí de verlo y sentirlo en una ocasión más.
Recompusimos las fuerzas y nos dejamos llevar por la emoción. Al irnos volvemos la cabeza repetidamente. Necesitamos verlo por última vez, como luego nos ocurriría en otras ocasiones teníamos la sensación de que nunca más volveríamos a estar allí.

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