En la quietud del mar
un camino de luz se abre paso hacia la bocana,
a veces el agua se cuela por la oquedad de las rocas
y me habla de ti,
yo escucho y espero.
A veces se oyen voces de pescadores,
a veces golpes secos procedentes de los muelles,
a veces sirenas que anuncia la carga de los mercantes.
Levanto mi mirada al cielo
y observo como el azul intenso
se llena de cicatrices blancas, que
con el paso del tiempo se diluyen.
Qué lejos deben estar ya los aviones, tanto
que siento los sueños abiertos en mi espalda.
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